Un viejo negocio reapareció en la City porteña. Se trata de adquirir dólares en el mercado formal (con distintas identidades de manera de no violar los límites normativos) para luego venderlos en operaciones informales.
Según, la ganancia en juego dejó de ser despreciable. Ya promedia el 4% si se considera el diferencial de precios entre uno y otro mercado.
Así lo corroboraron los precios pactados en operaciones de ayer. Mientras el público pagó un promedio de $ 4,01 por la compra de cada dólar adquirido en casas de cambio y bancos céntricos, quien no quiso dejar rastros (y recurrió a las denominadas "cuevas" o a los "arbolitos") debió pagar hasta 4,16 pesos.
Se trata del mayor spread que se recuerde entre una y otra plaza desde lo peor del vendaval financiero desatado en octubre de 2008, cuando el mundo se espantó por la profundidad de la crisis hipotecaria en Estados Unidos y las consecuencias que tendría sobre esa economía.
Lo curioso es que el creciente diferencial no está relacionado ahora con una situación de estrés financiero, sino que es resultado directo de la campaña de persuasión que lanzó la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) al despachar en los últimos meses unas 300.000 intimaciones a contribuyentes que habían realizado operaciones cambiarias que supuestamente no se correspondían con el nivel de ingresos que habían declarado. En muchos casos se trataba de compras por montos menores.
"El masivo alcance de aquella campaña pareció convencer a muchos ahorristas e inversores de la conveniencia de no ponerse en la mira de ese organismo, lo que derivó en un creciente nivel de negocios de la plaza formal a la informal", explicó ayer a La Nacion un experimentado agente cambiario porteño que pidió reserva de identidad.
"Es evidente que muchos ahorristas prefieren comprar el dólar un poco más caro pero evitar el circuito formal", señaló en el mismo sentido la consultora Econviews al analizar este fenómeno.
La creciente actividad de las "cuevas" resulta perceptible aun para los más inadvertidos. Sólo hay que "darse una vuelta" por el microcentro porteño para dar con numerosas ofertas "de viva voz" de venta de dólares sin que se observen controles oficiales, concluyó el mismo medio. |
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